Red congregaciones en Etiopia buscan dar un futuro a los migrantes (+Video)

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Proyecto piloto del Global Solidarity Fund ha cambiado la vida de más de 1.500 emigrantes de retorno, refugiados y desplazados internos

En Adís Abeba, capital del país africano que acoge a más de un millón de refugiados del continente, en 30 meses el proyecto piloto del Global Solidarity Fund ha cambiado la vida de más de 1.500 emigrantes “de retorno”, refugiados y desplazados internos. Formados por cinco congregaciones religiosas, coordinadas por la arquidiócesis, en corte y confección o peluquería, en ayuda doméstica o en corte de cuero, más del 70% ya han encontrado trabajo. Las historias 5 de ellos.

Abebech, una madre soltera etíope que llegó a Adís Abeba desde Zwai en busca de trabajo, fue acogida con su bebé por las Misioneras de la Caridad, pero luego estudió corte y confección en el Mary Help College de las Salesianas Hijas de María Auxiliadora y ahora trabaja en una fábrica de ropa. Herut, migrante eritrea, salió del campo de refugiados de Mai-Aini, en Tigray, llamó al centro de refugiados del Servicio Jesuita a Refugiados en la capital etíope, y ahora estudia peluquería en el centro de formación del JRS. Samuel, que creció en la calle en México, un barrio de Adís, dijo sí al P. Angelo, que le llevó al don Bosco Children Center, y gracias a la formación de los salesianos, ahora gana 4000 birr al mes (67 euros, pero un sueldo decente en Etiopía) en una fábrica de bolsos de cuero, y vive en una casa alquilada con unos amigos.

El proyecto piloto del Global Solidarity Fund en Etiopía

Estos son algunos de los 1.500 desplazados internos, migrantes “de retorno” y refugiados de otros países africanos cuyas vidas han cambiado gracias a un proyecto piloto puesto en marcha a finales de 2020 en Adís Abeba por el Global Solidarity Fund (Fondo Mundial de Solidaridad), en colaboración con congregaciones religiosas femeninas y masculinas, con el objetivo de trabajar junto a empresas privadas y organizaciones internacionales para reforzar su compromiso para mejorar la vida de las personas vulnerables. GSF apoyó la creación de un consorcio en el que ahora participan cinco congregaciones religiosas, coordinadas por la Comisión socio pastoral de la arquidiócesis. Se trata de Salesianos y Salesianas (Hijas de María Auxiliadora), Ursulinas, Misioneras de la Caridad y Jesuitas (a través del Servicio Jesuita a Refugiados). Cada congregación, con sus propias especificidades, tiene su propio papel en la creación de un itinerario que ha permitido a muchos beneficiarios adquirir, a través de la formación profesional, competencias para entrar en el mercado laboral local, trabajando en una empresa o creando una propia microempresa.

Abebech, de Zwai a Adís con su bebé

Abebech Tesfaje nos relata que tenía un novio que, cuando se quedó embarazada, le dijo: ‘Este no es mi bebé, puedes matarlo’. Pero ella, explica, pensó: ‘Es un regalo de Dios. No puedo matarlo”. Así que cuando me enteré de que las monjas de la Madre Teresa podían ayudarme, fui a preguntar y me acogieron”. Las Misioneras de la Caridad, en la red intercongregacional, prestan asistencia sanitaria, sobre todo a las numerosas mujeres desplazadas de las zonas rurales de Etiopía o por la guerra terminada hace poco en la región de Tigray, pero también a aquellas expulsadas de los países árabes del Golfo, adonde habían emigrado, tras experiencias traumáticas. Muchas llegan a Adís Abeba con embarazos no deseados o tras ser abandonadas por sus parejas; las hermanas las asisten gratuitamente en el parto y consiguen convencer a las jóvenes que no quieren quedarse con sus hijos.

El camino de la acogida al trabajo para migrantes y personas vulnerables

Las madres y sus bebés son acogidos durante unos meses en instalaciones como el Centro Nigat, y desde allí orientadas, con la ayuda de asistentes sociales, hacia cursos de formación impartidos por las hermanas Salesianas (diseño de moda, asistencia doméstica o informática), por los Salesianos (trabajo del cuero, carpintería, diseño gráfico, soldadores, electricistas e tipógrafos), por las hermanas Ursulinas (confección de ropa) o por el Servicio Jesuita a Refugiados (informática, restauración, peluquería y manicura). Algunas de estas congregaciones, como las salesianas, los salesianos y los jesuitas, participan en la inserción laboral de los diplomados, y el JRS tiene una amplia experiencia en el apoyo a la creación de microempresas.

La eritrea Herut que quería ir a Europa, pero quizás se queda  

Los migrantes y refugiados de otros países africanos, que se suman a los más de 4 millones de habitantes de la capital etíope, en constante expansión, también encuentran una primera acogida en el centro de refugiados del JRS en Adís Abeba, como Herut Mobai, que nos cuenta que dejó Eritrea porque quería “cambiar la vida” de su familia, y que por eso se trasladaría también a Europa. Pero si al final del curso de peluquería en el centro de formación estética del JRS consigue abrir su propio pequeño negocio en el sector, con la ayuda del proyecto apoyado por el GSF, y éste tiene éxito, quiere traer a su familia a Etiopía, renunciando al arriesgado sueño europeo.

En Adís hay muchos desplazados internos, migrantes repatriados y de Eritrea

Como ella, hay unos 62.000 eritreos que han llegado a Adís Abeba, nos dice Solomon Brahane, director del Servicio Jesuita a Refugiados en Etiopía, principalmente a causa del conflicto en Tigray, mientras que otros 11.000 son migrantes yemeníes, sudaneses, sudsudaneses, congoleños y de otras nacionalidades. “Desde 2017, el gobierno saudí ha iniciado una política de repatriación y expulsión de refugiados de Etiopía – explica Solomon Dejene, responsable del proyecto del GSF en Etiopía -, por lo que cada mes regresan de Arabia Saudí unos 40.000 etíopes. A la mayoría no les queda nada. El gobierno les da una pequeña cantidad de dinero para volver a casa, pero muchos se quedan en la ciudad. Les acogemos para ofrecerles nuevas posibilidades, formándoles con la ayuda de las distintas congregaciones.

Jerusalem, expulsada de Arabia y acogida por las monjas de la Madre Teresa

Es lo que le ocurrió a Jerusalem, que regresó a Etiopía tras una dolorosa experiencia en un país árabe del Golfo, a quien conocemos en el Nigat Center, una estructura de los salesianos dada en uso a las Misioneras de la Caridad, e abierta en octubre de 2022, que acoge a 38 mujeres desplazadas con sus niños. “El padre de mi hija, y toda mi familia, me dejaron sola” – nos dice – “pero ahora tengo una gran familia, el GSF, que me da amor y cariño. Tengo mi propio trabajo, vivo con mis amigos, puedo mantener a mi familia con mis ingresos, así que soy muy feliz”. A sus amigos que siguen trabajando en Arabia, Jerusalem les aconseja “que vuelvan a Etiopía y empiecen una nueva vida aquí. Y también a los que viven en mi pueblo, aquí en Etiopía, que sufren de verdad la pobreza”.

Las diplomadas en corte y confección, muy solicitadas por las empresas de ropa

En el Mary Help College, Jerusalem y las otras jóvenes madres del Centro Nigat han estudiado o siguen estudiando corte y confección, ayuda doméstica e informática. Las hermanas Salesianas acogen en su jardín de infancia a los pequeños de los alumnas y exalumnas. Que son muy solicitadas por las numerosas empresas de confección de Adís Abeba, como confirma Lydija Worku, propietaria de Emmanuel Garment. “Los que se forman en el Mary Help College tienen muchas competencias excelentes”, explica, “por eso nos unimos a las hermanas Salesianas en este proyecto. Ya hemos contratado a nueve empleados formados gracias al proyecto, pero necesitaríamos al menos cuarenta”.

Bethlehem: si amplío la actividad, puedo contratar otros migrantes

Otro centro de formación en el sector del vestuario es el colegio Sitam de las hermanas Ursulinas, donde nos encontramos con Bethlehem Samuel, una migrante interna de Bole Subcity, madre de cuatro hijos, que, una vez graduada, puso en marcha su actividad empresarial con la ayuda de la autoridad local. “Me dieron amor, me dieron habilidades y conocimientos”, nos dice. “La única palabra que tengo es gracias. Si tuviera una ayuda financiera, para comprar máquinas de coser y sobre todo materiales de consumo, podría ampliar mi actividad y dar trabajo también a otras personas que también se están diplomando”.

Samuel, de la calle a la fábrica de bolsos gracias a los Salesianos

En el Don Bosco Children Center, por fin, nos recibe Samuel Dejene, un joven de diecinueve años que vivía en la calle, “en un lugar llamado México, aquí en Adís Abeba”, nos cuenta, antes de que el padre Angelo Regazzo, el ecónomo del centro, “que va todos los días a ver a los niños de la calle, me conociera y me dijera: ven conmigo y mira lo que estamos haciendo. Me trajo aquí y seguí el programa ‘Ven y mira’ durante un mes”. Tras ese primer contacto, Samuel decidió asistir al curso de corte de cuero y desde hace poco más de un mes trabaja en una empresa, gracias a la ayuda del agente de empleo salesiano.

Don Berga: trabajando juntos, las congregaciones son más fuertes

En el centro San Miguel, que alberga las oficinas de la comisión socio-pastoral de la arquidiócesis de Adís Abeba, los responsables de las distintas congregaciones implicadas en el proyecto se reúnen para estudiar cómo pasar de una fase experimental a otra más estable. También se ha firmado un acuerdo con un banco y otra institución financiera para conceder microcréditos a los migrantes que quieren crear una actividad autónoma. Aquí encontramos el responsable de la comisión, el padre Petros Berga, que nos recuerda que en el pasado ‘cada congregación, con su propio centro de formación, trabajaba sólo individualmente’. Pero ahora, “gracias a este programa del consorcio GSF, están trabajando juntas y son más fuertes que antes. Hemos podido formar a más de 1.500 jóvenes y más del 70% han encontrado trabajo en este periodo del proyecto”.

Un nuevo programa trienal para formar a 10.000 personas

Se ha creado el polo unitario de formación, ‘el centro de inserción laboral, y después el centro de creación de empleo y el autoempleo. Pero también el polo sanitario”. Don Berga está convencido de que es importante continuar “este buen trabajo en beneficio de los jóvenes y de las mujeres que necesitan nuestra ayuda. Es un proyecto importante, porque salva vidas. El gobierno y las otras instituciones, con las empresas que estamos contactando, son muy favorables al proyecto porque damos una óptima formación a estos jóvenes y a las mujeres. En la próxima fase, que esperamos sea un programa trienal, con la ayuda del GSF quisiéramos formar a 10.000 beneficiarios”.

Vatican News

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