Los obispos de Venezuela —encabezados por Mons. Jesús González de Zárate, Arzobispo de Cumaná y presidente del Episcopado venezolano— ratificaron su apoyo, solidaridad y oración para con los migrantes venezolanos, que se ven obligados a abandonar el país por su complicada realidad económica, social y política.
A través de un video, publicado en la cuenta de X (antes Twitter) de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), Mons. González recordó que los prelados han seguido muy de cerca el tema migratorio a lo largo de los años, porque “toca la vida concreta de nuestra sociedad y de la Iglesia”, ya que muchas de esas personas son feligreses que hacían vida en las diferentes diócesis del país.
“Además de las iniciativas de asistencia social, que se llevan a través de Cáritas y de la Red CLAMOR, hemos tenido iniciativas de encuentro con el Episcopado de la Iglesia de Colombia, para conocer mejor esta realidad y poder atender a estos hermanos, no sólo en el ámbito de sus necesidades materiales sino también en sus necesidades espirituales”, manifestó el presidente de la CEV.
Asimismo, ratificó que a los venezolanos —en cualquier parte del mundo que se encuentren— siempre les acompañarán las oraciones de su Iglesia. Por último, remarcó que los obispos del país acompañan siempre a sus connacionales con sus “palabras de aliento, con su oración constante y con la manifestación de su cercanía”.
A pesar de encontrarse en situaciones difíciles, “pueden contar con la ayuda de los Obispos de Venezuela”, concluyó Mons. González.
La Iglesia Católica en Panamá es un faro de caridad cristiana en la selva del Darién
La mayoría de las personas que se atreven a cruzar la inhóspita selva del Darién, compartida por Panamá y Colombia, son venezolanos que arriesgan sus vidas con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
En 2023, de acuerdo a la Defensoría del Pueblo de Colombia, de las más de 520.000 personas cruzaron este territorio, 328.650 fueron venezolanos. En la difícil travesía mueren cientos de personas por ahogamiento, infecciones o porque deciden quitarse la vida al perder las esperanzas.
Ante esta realidad, la Iglesia Católica en Panamá —a través del Vicariato Apostólico del Darién y de la Comunidad de las Hijas de María Auxiliadora— ha impulsado un proyecto para dar sepultura a los restos de los migrantes fallecidos, en el cual se han involucrado sacerdotes y religiosas.