El sueño de un visionario; Mons. Emilio Blaslov, arriba hoy a su 60 años de fundación. Este humilde Siervo de Dios quien vino desde el viejo continente en la década de los 50 a Venezuela solo traía una maleta cargada de esperanzas y proyectos para brindarle a la juventud venezolana, aquello que los jóvenes en Europa habían perdido a causas de la segunda Guerra Mundial. Seis décadas después el trabajo no se ha descuidado ni un momento; seguimos sembrando y recogiendo los frutos de aquella semilla que nace en los barrios marginales de Caracas, y se extiende a toda la geografía nacional de la mano del que todo lo puede; JESUS el buen maestro, haciendo de nuestros Centros un Templo, y de nuestra mesa de trabajo un altar, siempre atentos a la voz del Evangelio.
Hoy con 133 Centros Talleres distribuidos en 22 estados de la Republica, se atienden a más de 40 mil estudiantes quienes reciben la formación para el aprendizaje de un oficio digno para la vida. Esto no solo le aporta el conocimiento y el desarrollo de las habilidades y destrezas que posee cada individuo, sino que también les permite descubrir su vocación para el futuro. La enseñanza impartida en APEP siempre se ha visto sustentada por los valores humano-cristiano, promoviendo no solo el desarrollo psicomotor de las capacidades físicas, sino también el crecimiento personal y espiritual como cristianos. Nos sustentamos del Aprender haciendo, del trabajo en equipo, que el más hábil ayude al más lento. Pero todo este trabajo requiere de un equipo de formadores con las mismas capacidades que deseamos fomentar en nuestros estudiantes. Docentes comprometidos con Dios y con la Patria para dar lo mejor de sí y entregarse de la vida para la vida. APEP es un obra que nace desde el seno de la iglesia Católica, por eso desde la Conferencia Episcopal Venezolana todos los Arzobispos y Obispos desde su territorio eclesial están comprometidos a velar por esta gran institución y caminar sinodalmente de la mano con todos los trabajadores, trabajadoras, niños, niñas, jóvenes, adolescentes y adultos en pro de la
excelencia educativa.
Resulta de fundamental importancia la atención a este aspecto vinculado con el crecimiento y desarrollo profesional. Formación para aquellos trabajadores primordialmente docentes, que se incorporan a la institución, orientada especialmente al desempeño dentro del taller partiendo de principios históricamente arraigados en la APEP como son: “Educarse es aprender a servir”; “de la fraternidad a la justicia”; “aprender a aprender” y “educa sólo aquel que ama”. Actualización para todos los trabajadores, y en el caso particular de los docentes, en aspectos pedagógicos, técnicos, administrativos, curriculares y de cualquier otra índole.
Especial mención merece la acreditación; por un lado referida a la refrendación de cursos, jornadas, talleres, congresos y otros eventos similares y, por otro, referida a la consecución de títulos académicos de pre-grado, post-grado, diplomados, acreditación por experiencia, entre otros. La situación financiera nos obliga a buscar alternativas viables para atender este aspecto de vital importancia, entre otras la conformación de lo que podríamos llamar Centros de Formación Docente regionales o interregionales, con un efecto multiplicador de quienes se forman en la sede Central de APEP en Caricuao, Caracas, dependiendo ello de diversos factores y condiciones a considerar; la realidad actual nos hace muy cuesta arriba trasladar a la sede central a todo el personal de la APEP para su formación y actualización. Con seguridad existen algunos CTN con características y condiciones tales que posibiliten la creación de estos Centros.
Hoy día han mermado las ofertas de estudio en nuestro país, estando la APEP presente a nivel nacional poco descabellado resulta pensar en la posibilidad de establecer convenios institucionales o acciones individuales que permitan a nuestros trabajadores culminar sus estudios, iniciarlos o realizar especializaciones y maestrías en algunas de las universidades que los brinden. Estas acreditaciones no sólo mejorarían el nivel académico de nuestros docentes, también permitirían la clasificación y reclasificación del personal como estrategia motivacional, pero también se requiere la revisión de los beneficios de los trabajadores por parte del estado venezolano y la correspondiente solicitud de recursos para ello ante el Ministerio de Educación.
Es necesario brindar alternativas tanto de estudios como de mejoras salariales a los educadores venezolanos, para de esta manera motivarlos e incentivarlos en el servicio para el cual Dios los ha creado, y que puedan corresponder a su compromiso pero viendo cubiertas sus necesidades, y de esta forma levantar en principios, conocimientos y talentos a la juventud; futuro y garantía de la Patria bonita de Bolívar. No olvidemos la frase célebre
de nuestro Gran Libertador; “La educación debe ser la base moral para construir una nación libre y próspera”.
APEP
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