El Libertador Simón Bolívar fue un fiel creyente católico: “Una Iglesia sin cabeza es un cuerpo sin alma”

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Retrato póstumo de 1922, obra de José Toro Moreno.

Este 24 de julio de 2024, celebramos y recordamos los 241 años del natalicio del Libertador Simón Bolívar, quien llevó a cabo la independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, demostrando siempre respeto, admiración y fidelidad hacia Jesucristo y la Iglesia católica.

Simón Bolívar nació en la ciudad de Caracas el 24 de julio de 1783 y fueron sus padres el Coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte y doña María de la Concepción Palacios y Blanco. La familia Bolívar fue muy católica y tenían una gran devoción a la Santísima Trinidad y fomentaron este amor en este misterio de nuestra fe al futuro Libertador de América, quien profesó durante toda su vida un gran amor a Dios y a la Iglesia Católica.

Simón Bolívar fue bautizado en la Catedral de Caracas el 30 de julio de 1783 por su primo el canónigo doctor Juan Félix de Aristiguieta, quien al derramar sobre su frente el agua bautismal le impuso como nombre “Simón José Antonio de la Santísima Trinidad”.

A los siete años de edad recibe el sacramento de la Confirmación por el señor Obispo de Caracas y Venezuela, el Ilustrísimo Don Mariano Martín en el año de 1790 y contrajo Matrimonio Eclesiástico con María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza el 26 de Mayo de 1802, en la Iglesia Parroquial de San José en Madrid, España.

En los últimos días de su vida estando en la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta Colombia, el Libertador se confesó con el Ilustrísimo José María Estévez, Obispo de Santa Marta el 10 de diciembre de 1830. De esta manera recibió el viático y el sacramento de la Extremaunción como se llamaba anteriormente (hoy Unción de los enfermos) de manos del presbítero Hermenegildo Barranco, párroco de Mamatoco, la población más cercana de la Quinta de San Pedro.

Como se mencionó Simón Bolívar profesó la fe católica teniendo una gran devoción a la Santísima Trinidad heredado de su familia. También fue devoto de la Santísima Virgen a la que profesó gran veneración y respeto defendiéndola de cualquier insulto o blasfemia. En este particular hay un hecho relatado por un escritor colombiano que refiere que el Libertador fue invitado a un banquete en su honor y en dicha comida hubo un ex religioso quien sin ser invitado estaba también en el  banquete y empezó a negar la inmortalidad del alma y del infierno y profirió en otras herejías hasta llegar a blasfemar contra la Santísima Virgen María. Simón Bolívar que escuchaba atentamente y con los brazos cruzados las herejías que decía esta persona, al escuchar la blasfemia contra la Madre de Dios, se levantó de su asiento se le acercó y dando un golpe en la mesa le dijo lo siguiente:

¿Cómo se atreve usted a proferir semejante blasfemia?, -agregó-. Oí pacientemente que usted negara los dogmas de la inmortalidad del alma y del infierno, pero esto ya no lo puedo tolerar. Ni a mí mismo padre sufriría que blasfemase de Nuestra Señora”.

En lo referente a la Iglesia Católica el Libertador sentían gran respeto y obediencia al Papa, los obispos y presbíteros dándole su gran valor como pastores y custodios de la fe. Con respecto al episcopado expresó lo siguiente al Ilustrísimo Rafael Lasso de la Vega, quien fue Obispo de Mérida desde el año 1815 hasta 1828 y luego trasladado a Quito, Ecuador: “Una Iglesia sin cabeza es un cuerpo sin alma”.

Una de las consecuencias que tuvo la guerra de la independencia para los países de la entonces Gran Colombia fue la escasez de obispos y sacerdotes en muchos lugares y la interrupción de las relaciones con la Santa Sede. Simón Bolívar como hombre católico y consciente de la importancia de la fe católica en la vida de las personas y de las naciones buscó una solución ante estos grandes problemas y lo encontró con uno de los pocos obispos que quedaban y que con el paso del tiempo se convertiría en su gran amigo: el Ilustrísimo Rafael Lasso de la Vega.

Para el establecimiento de las relaciones con la Sede Apostólica y procurar prelados para las sedes vacantes el Libertador tuvo la iniciativa de encontrarse con el Obispo Lasso de la Vega en plena guerra de independencia en la ciudad de Trujillo el 6 de marzo de 1821.

Este encuentro tuvo sus frutos porque el prelado le escribió una carta al Papa Pío VII en octubre de 1821 explicando la situación por la que estaba atravesando los países de la Gran Colombia. La carta llegó a manos del Pontífice en septiembre de 1822 y fue tal el interés de Pío VII que inmediatamente le respondió con otra carta pidiendo que le explicara con detalles la situación.

En marzo de 1823 el Obispo Mérida le vuelve a escribir al Pontífice, y el 31 de julio de 1823  Lasso de la Vega le vuelve a escribir al Papa una tercera carta pidiéndole la preconización de nuevos Obispos. Cuando esta carta llegó a Roma, Pío VII había fallecido y es su sucesor el Papa León XII quien respondió a la solicitud y en el Consistorio del 27 de mayo de 1827 nombró nuevos Obispos para la Gran Colombia entre ellos a Ramón Ignacio Méndez como Arzobispo de Caracas, Buenaventuras Arias como Obispo Auxiliar de Mérida, Don Fernando Caicedo como Arzobispo de Bogotá y José María Estévez como Obispo de Santa Marta, Colombia. También el Papa preconizó prelados para las sedes de Antioquía en Colombia, Quito en Ecuador y Charcas en Bolivia.

Los nombramientos de estos nuevos obispos fueron para el Libertador motivos de gran alegría que, el 28 de octubre de 1827, en un brindis expresó su júbilo por este acontecimiento y entre otras cosas resaltó también la importancia de la armonía que debe existir entre la Iglesia y el Estado: “La unión del incensario con la espada de la Ley es la verdadera arca de la alianza”.

Es digno mencionar que cuando el Libertador supo que el Papa Pío VII había respondido la primera carta del Obispo Lasso de la Vega, le envío desde Guayaquil, Ecuador una carta al Obispo de Mérida manifestando su alegría ante la respuesta e interés del Santo Padre, ya que constituyó una gran esperanza para el establecimiento de las relaciones de la Gran Colombia con la Santa Sede.

Otro motivo por lo que Simón Bolívar le dio mucha importancia a la religión católica es que constituye la base de la moral y de las instituciones sociales y expresó durante su vida en cartas y en  discursos su fe en Dios y su fidelidad y defensa a la Iglesia Católica en todo momento. Demostró en muchas ocasiones sus sentimientos religiosos por lo que fue precisamente esa fe la que le dio fortaleza en todos los momentos especialmente en las dificultades que le tocó vivir hasta el final de su existencia.

También el Libertador dio mucha importancia a la responsabilidad humana sobre el uso correcto de los dones de Dios, y también dio mucho valor a la formación religiosa en la educación.

Son muchos los aspectos sobre los sentimientos religiosos que Simón Bolívar demostró en su vida, y constituye un ejemplo a seguir de este gran hombre que luchó para lograr la independencia de Venezuela y de los otros países que él libertó para que sean naciones libres, soberanas y de progreso, pero para eso es importante y necesario la fe en Dios y la adhesión y fidelidad a la Iglesia Católica con verdadera convicción y que el mismo Simón Bolívar profesó y practicó porque la fe católica constituye la parte fundamental en la vida de cada persona y de cada país.

El Guardián Católico

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