Crónica de una noche mariana: relato de fe y amor por La Chinita

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La devoción a la Virgen de Chiquinquirá representa para los marabinos una fuente inagotable de esperanza, consuelo y protección

Un “Que viva la Virgen” marcaba el inicio de la celebración que por 315 años ha unido al zuliano. Los Servidores de María daban paso a la tradicional procesión de la reliquia que estaba engalanada entre miles de rosas, hortensias y tulipanes. El retablo reunió a miles de fieles y devotos, en especial una marrea de jóvenes que protagonizaron estas fiestas patronales.

Era fuerte e inclemente el sol que pegaba contra las sombrillas de quienes esperaban desde las 3:00 p. m. en las 20 mil sillas dispuestas en la Plazoleta de la Basílica de Chiquinquirá, un centenar de fieles que anhelaban la salida del retablo del santuario mariano, como si se tratara de una madre que se arregla para verse con hijos.

El sonido de las campanas anunciaron a las 5:10 p. m. el momento esperado y un “Que viva la Virgen” marcaba el inicio de la celebración que por 315 años ha unido al zuliano: la renovación milagrosa de la Reina Morena, la Dama del Saladillo y patrona de este estado petrolero, que canta, ríe y ora.

Es así como las melodiosas voces de los Niños Cantores condujeron la celebración eucarística como ángeles, que con su música entrelazaban las palabras de Monseñor Alberto Ortega Martín, nuncio apostólico en Venezuela, quien durante la ceremonia llamó a la esperanza.