Llenan de color y alegría los cielos de Caracas (Venezuela) en un espectáculo maravilloso que despierta alegría en la convulsionada capital venezolana. La convivencia entre aves y humanos trae un mensaje especial: ambos aman la libertad
Uno de los más hermosos y conmovedores espectáculos que ocurren a diario en tierras venezolanas es el paseo y la parada de las guacamayas, que con su particular colorido y belleza alegran a los caraqueños.
Y es que mientras miles huyen de la crisis humanitaria compleja de la nación sudamericana en un intento por sobrevivir, estas aves paradisíacas confirman su preferencia por las áreas verdes del Ávila, el gran pulmón vegetal de Caracas.
Las guacamayas vigilan el cielo de la capital venezolana, pero además son peculiarmente amigables, pues pese a sus grandes picos se acercan con familiaridad a los ventanales de muchos apartamentos, donde las alimentan.
Tanto a primera hora de la mañana con el despunte del sol, como a su partida en el ocaso que despide la tarde, el cielo se llena de color con los rayos naranja de unos atardeceres excepcionales que sirven de marco al vuelo de bellas bandadas de aves.
Aman la “sucursal del Cielo”
Llegan con sus gritos, que captan la atención de muchos y disfrutan su paso. El canto que recuerda el llamado a guardarse le imprime particular belleza a Caracas, dejando de lado el estrés de la alguna vez llamada “sucursal del Cielo”.
La convivencia con las preciosas aves sigue en vertiginoso aumento tras lo que diversos experto aseguran fue su introducción hace más de tres décadas. Por lo que es común verlas en no pocos hogares reclamando frutas o semillas.
Se saben bonitas y posan como artistas: se dejan acariciar y reciben comida de la mano. Se dejan tomar fotos y videos. Son muchos los afortunados que han logrado desarrollar esa amistad con las guacamayas de Caracas
La mayor del planeta
Y es que la ciudad cuenta con casi 300 especies de aves, sin incluir aquellas que hacen vida en la cordillera bautizada como El Ávila. En ella habitan más de una docena de psitácidos: loros, pericos y guacamayas, lo que la convierte –según los especialistas- en la ciudad capital con mayor número de especies de aves en todo el planeta.
Al menos cuatro de ellas sobrevuelan todos los días la ciudad: las Ara Ararauna, ataviadas con plumas predominantemente de colores azul y amarillo; las Ara Chloropterus, de verde y rojo; y las Ara Macao, que lucen el tricolor nacional: amarillo, azul y rojo.
No obstante, pesan detrás del simpático espectáculo algunas hipótesis no muy divertidas: algunos sostienen que su presencia obedece al comercio ilegal de estas bellas aves, pues su hábitat natural está particularmente distante de Caracas.
“Injusto cautiverio”
Un trabajo del biólogo Franklin Rojas de Provita, citado por Diego Díaz Martín, advierte que “el solo hecho de aceptar comida por parte de los humanos, delata la sombría procedencia de un injusto cautiverio”.
Hay expertos que sugieren que el comercio ilegal está detrás de ello y que “quizás algunos ejemplares pudieron escaparse a coleccionistas o ‘dueños privados’ o hasta de algún zoológico”.
Pero también es cierto que su número es cada vez más grande, y su presencia en la Caracas de la crisis es un aliciente que despierta no pocas sonrisas en quienes disfrutan su sola presencia.
Hoy se mezclan con los vecinos. Visitan sus apartamentos. Acuden para alimentarse, comiendo de las manos de quienes fungen como amigos pero nunca como dueños.
No hay jaulas, no hay convivencia obligada, quizá porque tanto aves como humanos en Venezuela tienen algo en común: ¡aman la libertad!
Carlos Zapata/Aleteia Venezuela