En este tiempo límite entre la vida y la muerte, que vivimos actualmente, los venezolanos recibimos una buena noticia que nos ha llenado de gozo espiritual: la comisión teológica de la Congregación de la Causa de los Santos del Vaticano aprobó el milagro que abre la puerta a la beatificación del Venerable José Gregorio Hernández.
Las redes se llenaron de amén, bendiciones, lágrimas de alegría, alabanzas y aleluyas. Se respiró esperanza. Si no estuviésemos en cuarentena, de seguro todo el país se hubiese convertido en una fiesta, porque José Gregorio Hernández, desde el día de su muerte, subió al altar del corazón venezolano y los pobres aclamaron su santidad, como se hacía en los primeros siglos de la Iglesia.
El reconocimiento oficial, por parte de Roma, a esa vida ejemplar es un indicador de que la Iglesia pastoreada por Francisco es la Iglesia de los pobres y que Venezuela forma parte de la memoria sagrada del catolicismo universal.
¿Quién es este santo varón que el pueblo venezolano venera con gran devoción?
La vida de José Gregorio Hernández transcurrió entre 1864 y 1919 en una Venezuela predominantemente rural, destruida y diezmada por las guerras, con una Iglesia perseguida, exiliada, reducida y expropiada de sus bienes, una Iglesia empobrecida que sobrevivió gracias a la fe del pueblo organizado en cofradías. En el siglo XIX, le tocó vivir la tragedia de las guerras y a principios del siglo XX, las dictaduras militares.
José Gregorio Hernández es signo de esa Iglesia pobre que, en medio de las cenizas, la adversidad y las crisis políticas, surge con una vocación de servicio al país que no se resigna, sueña y construye. JGH, aunque fue afectado por los contextos políticos, fue un sujeto cristiano de tal densidad que se abrió paso construyendo un país alternativo, desde una opción por los pobres, fundada en una fe firme en nuestro Señor Jesucristo.
Veamos lo que nos dicen algunas personalidades del país, quienes han expresado en conferencias, encuentros y redes su opinión sobre el galeno trujillano:
.- Rafael Muci-Mendoza, expresidente de la Academia Nacional de Medicina, califica al Dr. Hernándezcomo un “ciudadano preclaro, médico, científico, maestro y siervo de Dios”. En un coloquio realizado en la UCAB en 2019, a propósito del centenario de la muerte del Venerable, Muci-Mendoza señaló que Hernández fue uno de los 35 miembros que instalaron, en 1904, la mencionada academia. «Fue fundador en Venezuela de tres especialidades: histología normal y patológica, bacteriología y fisiología experimental y estudió los males endémicos, como el paludismo, la fiebre amarilla, la tuberculosis y la lepra. Aprendió en París, Berlín y Madrid técnicas científicas de Louis Pasteur y de dos ganadores del premio Nobel, Charles Richet y Santiago Ramón y Cajal, entre otros. Con la ayuda de sus alumnos, Hernández publicaba sus descubrimientos en la Gaceta Médica de Caracas e instaló el primer laboratorio de investigación médica, donde funcionaba la UCV».
.- En ese mismo foro, el padre Francisco José Virtuoso, actual rector de la UCAB, resaltó la importancia de mantener vivo el ejemplo de JGH. «Recuperar la figura de José Gregorio es recuperar el papel de la ciencia, es recuperar el papel de la docencia universitaria, es recuperar esa capacidad de hacer escuela, ese empeño por poner el conocimiento al servicio del país. Desde el ámbito cristiano nosotros estamos empeñadísimos en que se reconozca esa figura de José Gregorio Hernández, que goza de una gran valoración del pueblo como santo; pero esa santidad tiene que ver con ese compromiso espiritual tan profundo con los demás, movido por esa fe, pero explotando sus talentos. José Gregorio fue santo porque fue un médico ejemplar, fue santo porque fue un hombre entregado. José Gregorio fue santo, porque puso toda su gran riqueza humana al servicio de los demás. Ahí radica esa profunda santidad».
.- El humorista y politólogo Laureano Márquez recientemente publicó un artículo en el que hace alusión al milagro oficial que está abriendo paso a la beatificación del Dr. Hernández, para recordar que «se trata de una niña de 13 años víctima del hampa, que llegó al hospital con un tiro en la cabeza, luego de 4 horas de vía crucis. Contra todos los pronósticos científicos, se recuperó de manera inexplicable. Su madre la había puesto en manos de José Gregorio Hernández. Un milagro que de pasada pone de manifiesto los infortunios y angustias cotidianas de nuestra gente. ¡Ay!, nuestra misteriosa y a veces incomprensible patria, donde unos destruyen vidas mientras otros luchan afanosamente por salvarlas, haciendo milagros así en la tierra como en el cielo».
.- El historiador Luis Heraclio Medina Canelón destacó en un artículo, publicado en 2019, la vocación de servicio y el compromiso de JGH por denunciar las injusticias sociales, evidenciadas en medio de la pandemia de gripe española que azotó Venezuela en 1918. “Los doctores José Gregorio Hernández y Luis Razetti declaran públicamente que lo que está matando a tanta gente no es la gripe propiamente dicha sino el estado de absoluta pobreza y miseria en que viven la mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con escasa o ninguna condiciones de higiene, muchos con padecimientos crónicos de paludismo y tuberculosis”.
.- Finalmente y sobre este mismo punto, este 2020, el cardenal Baltazar Porras ha resaltado el profundo espíritu cristiano que movió siempre a José Gregorio Hernández, haciendo un paralelismo entre lo que le tocó vivir y lo que ocurre ahora en Venezuela. «Hace 102 años, en compañía de otros prominentes médicos venezolanos, dieron lo mejor de sí en la atención a los enfermos causados por la epidemia de la gripe española que causó estragos en el mundo entero y también entre nosotros. A la pericia sanitaria se unió la férrea voluntad de servir a los apestados y a denunciar las fallas del sistema sanitario de entonces. Qué mejor ejemplo para seguir sus huellas e imitar su conducta en medio del Covid-19»
Hoy, cuando nos acercamos a la beatificación del doctor José Gregorio Hernández, es oportuno pedir que el “médico de los pobres”, punto de encuentro del sentir nacional, interceda por nosotros para que las facciones de poder, presionadas por la sociedad civil, lleguen a un acuerdo por la vida que evite más sufrimiento e impida una catástrofe humanitaria.
Boletín del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco
24 al 30 de abril de 2020/ N° 56