La Red Clamor cerró Asamblea, celebrada en Bogotá de 15 a 17 de febrero, en un clima de alegría, como ha expresado su presidente Mons. Gustavo Rodríguez Vega. Uno de los motivos es que “ha sido aprobado nuestro documento de identidad, nuestros estatutos y hemos hecho la elección de los diversos cargos de la Red Clamor”, destacando la reelección del Elvy Monzant como secretario ejecutivo para los próximos 4 años.
Oportunidad de repensarnos como red
Esta red existe oficialmente desde el año 2017, “pero ahora hemos tenido la oportunidad de repensarnos como red y así hacer este documento de identidad y de estatutos”, según su presidente. El arzobispo mexicano ha insistido en que “esto nos fortalece como red para prestar un mejor servicio a nuestros hermanos migrantes, refugiados y víctimas de trata”.
La sinodalidad marca la vida de la Iglesia en este momento, una reflexión que ha estado presente en la Asamblea de la Red Clamor. En esa tesitura, el padre Fabio Baggio llevaba a los participantes a preguntarse cómo pasar de una pastoral de asistencia a otra que busque compartir oportunidades. Todo ello en un cambio de época que demanda una visión proactiva y no reactiva de la Iglesia.
Ser fermento en el mundo
Según el subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, se ha de buscar ser fermento en el mundo, viendo la sinodalidad como un proceso comprometido con la transformación. Desde ahí reflexionó sobre lo que es el Sínodo, que definió como momento eclesial, como caminar juntos en la misma dirección, rumbo a la unidad, una necesidad frente a las amenazas de división, que han aumentado con la pandemia.
El padre Baggio reflexionó sobre las tres palabras claves del Sínodo: comunión, participación y misión. El religioso scalabriniano ve el Sínodo como oportunidad para una conversión pastoral en clave misionera y ecuménica, llamando a entender que no se trata de hacer otra Iglesia, pero si una Iglesia distinta. En ese sentido advertía sobre tres riesgos, el formalismo, que reduzca el Sínodo a un evento, el intelectualismo, que separa reflexión y realidad, e inmovilismo, quedándose en el siempre fue así, un veneno en la vida de la Iglesia. Por eso, es necesario aprender a soñar juntos, insistió.
Responder a las interpelaciones del Espíritu
Esa dimensión de la sinodalidad también ha sido abordada por Mauricio López, que partía de lo vivido en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, preguntando: “¿Cómo hemos sido transformados por la experiencia concreta que vivimos en el proceso de escucha en preparación a la Asamblea Eclesial? ¿Qué produjo en nosotros la experiencia de la Asamblea Eclesial? ¿Cómo vamos a responder a las interpelaciones del Espíritu?”.
El coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), ha insistido en la necesidad de una escucha recíproca para que ésta sea verdadera. Partiendo de la idea de conversión pastoral, nacida en Aparecida, Mauricio cuestionaba cómo nos transforma lo que escuchamos, invitando a la Red Clamor a seguir siendo, y serlo todavía más, una presencia de escucha y diálogo, a contribuir en los procesos de formación e incidencia.
Dar respuestas ante los dolores y sufrimientos de los migrantes y víctimas de la trata
En su ponencia ha insistido en que los migrantes deben ser acogidos, protegidos, integrados, vistos como una oportunidad y no como una amenaza, algo que se ve en la cada vez mayor falta de hospitalidad. Por ello resaltó que es necesario dar respuestas ante los dolores y sufrimientos de los migrantes y víctimas de la trata.
Analizando la Asamblea Eclesial, la ve como un evento único, todavía más siendo realizada en medio de una pandemia, una oportunidad para avanzar como Iglesia en América Latina y el Caribe, destacando la gran participación en el proceso de escucha y de una asamblea presencial y virtual, que mostró testimonios que visibilizaron las tantas y diferentes realidades del continente. Una asamblea que desafía a los bautizados a pasar del yo al tú, a superar el clericalismo, a ser una Iglesia inclusiva, que puso por delante 12 urgencias y 41 desafíos, que “son esenciales para nuestra Iglesia”, y también para la Red Clamor.
Una migrante en su propia tierra
De la Asamblea de la Red Clamor han participado algunos migrantes, como Jaqueline González, alguien de quien se puede decir que es migrante por partida doble. Nacida en el departamento colombiano de La Guajira, emigró a Venezuela con 15 años, desde donde después de treinta y tantos años retornó a su país. Sin embargo, ella se siente migrante en su propia tierra, por su acento, su dificultad para volver a adaptarse a su país, problemas de vivienda, de trabajo. De hecho, es licenciada en enfermería y no ha podido conseguir ningún trabajo, porque no tiene dinero para homologar su título.
Su participación en la Asamblea la define como “una tabla para aquel que está naufragando, como una luz en la oscuridad, saber que la Iglesia católica junto con otras instituciones está velando por el bienestar y para que todos los países puedan aceptar y brindarle la dignidad que debe tener todo ser humano como Hijo de Dios”. Ella insiste en la necesidad de aceptar a los migrantes, “que no importa de qué país venga, lo que deben tener en cuenta es que también somos seres humanos y también estamos pasando por algún tipo de trauma, de dolor o de tragedia para dejar todo atrás y lanzarse a un abismo sin saber lo que va a pasar con nuestra vida”.
Saludo del Secretario General del Celam
Desde el Celam, su secretario general, Mons. Jorge Eduardo Lozano, ha enviado un saludo a la Asamblea de la Red Clamor. Tras definir la trata como “una realidad criminal que nos avergüenza como seres humanos”, y “un drama muy serio que nos muestra la bajeza en que se consigue caer”, relata situaciones presentes en la vida de las víctimas, engañadas, secuestradas, forzadas a adicciones, prostituyéndolas, entre otras situaciones que provocan traumas de los que es difícil salir para quien es liberado de las redes de trata.
Se trata de crímenes no casuales o aislados, sino “resultado de la operación de estructuras de pecado que se consolidan por medio de organizaciones facinerosas que tienen como finalidad la explotación de otros hermanos”, una reflexión recogida por el Papa Francisco en Fratelli tutti. El arzobispo de San Juan de Cuyo denunciaba el actuar de las mafias y recordaba las palabras del profeta Isaías en las que habla de “manos manchadas de sangre y sus dedos de iniquidad».
A los miembros de la Red Clamor los define como “el rostro de una Iglesia samaritana que se acerca con corazón de mamá y se inclina ante el sufrimiento enorme que no encuentra consuelo”. Tras recordar el lema de la Jornada Mundial de 2022 y la importancia de la figura de Santa Bakhita, agradecía “por la generosidad y la entrega cotidiana”.
Nota de Prensa CELAM
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