Este elemento arquitectónico resultó ser una valiosa herramienta para la enseñanza de muchas verdades espirituales
La luz es un tema espiritual común en la teología cristiana. En el Génesis, las primeras palabras de Dios en la creación fueron: “‘Que exista la luz’. Y la luz existió.Dios vio que la luz era buena” (Génesis 1,3-4).
Jesús llegó incluso a identificarse a sí mismo con la luz, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida” (Juan 8,12).
Con esto en mente, era apropiado que los cristianos dedicaran mucho tiempo y energías a desarrollar el diseño de las ventanas en las iglesias. Las ventanas canalizan la luz del sol y disipan las tinieblas de las sombras. Los arquitectos vieron en ellas una oportunidad perfecta para destacar una verdad espiritual al tiempo que servían a un propósito funcional.
Sin embargo, las vidrieras como las conocemos hoy día no se desarrollaron hasta el siglo X. Anteriormente, los egipcios y los romanos habían creado una técnica para crear pequeños objetos de cristal coloreado, pero no usaron la tecnología para ventanas a gran escala.
La vidriera completa más antigua que se conserva se encuentra en la catedral de Augsburgo en Alemania. Fue construida en el siglo XI como parte de un proyecto para que las ventanas fueran más grandes y hermosas. Estas ventanas no servían solo al propósito espiritual de sugerir la idea de cómo la luz de Dios destruye nuestras tinieblas, sino que también resultaron ser una importante herramienta catequética.
Fue durante el periodo medieval cuando las vidrieras se convirtieron en la forma principal de educar al lego analfabeto en las múltiples historias de la Biblia. A menudo, estas ventanas, dependiendo del tamaño de la iglesia, recorrían desde el Génesis al Apocalipsis, destacando los momentos más importantes en la Historia de la Salvación.
La historia de la Biblia representada en estas ventanas también estaría conectada con una breve representación de la historia de la Iglesia. Los santos se mostraban en estas ventanas y suponían una inspiración diaria para las personas con dificultades en su travesía cristiana. Las ventanas también se usaban para ilustrar la iluminación de la mente con el conocimiento divino y cómo la gracia penetra en nuestro mundo.
A medida que la tecnología mejoró con el tiempo, las vidrieras crecieron cada vez más y se volvieron extremadamente complejas y llenas de simbolismo.
Debido a la compleja maestría necesaria, las vidrieras eran por lo general el último elemento que se instalaba en una iglesia nueva, y pasaban muchos años hasta que la última ventana era completada. Las vidrieras también eran muy caras de producir, así que, para fomentar las donaciones, se grababan los nombres de los patrocinadores en la parte baja. En las grandes iglesias medievales, los mismos patrocinadores llegaban incluso a quedar representados junto a los santos.
Las vidrieras son uno de los más bellos tesoros de las iglesias cristianas y están para inspirar y educar a los fieles en muchas verdades espirituales. Siguen siendo una parte esencial de la arquitectura eclesiástica y continúan usándose en construcciones nuevas de todo el mundo.
Philip Kosloski | Aleteia