Mariaelena Mestas.- (a propósito del día de la Virgen de la Medalla Milagrosa)
Para apoyar la labor de evangelización los primeros misioneros trajeron en la figura de María el modelo de vida y de fe de la Iglesia católica. De este modelo se fueron apropiando los fieles y, progresivamente, surgieron devociones populares. De esto dan cuenta tanto las crónicas que recogen los testimonios de los predicadores como las diversas manifestaciones de religiosidad popular: pinturas, tallas y demás expresiones artísticas. La Virgen María se muestra presente desde los mismos comienzos de la cultura venezolana, constituyéndose en fuerte inspiración para la cristianización como ocurrió en el resto de América.
Esta consideración a la madre de Dios ha venido evolucionando y manteniéndose hasta nuestros días con características particulares y emblemáticas en las distintas regiones. La huella de María, por ejemplo, se evidencia en la fundación de ciudades puestas a su amparo bajo diversas advocaciones como la Inmaculada Concepción, en El Tocuyo, estado Lara; la Virgen del Carmen, en Barquisimeto, estado Lara; Nuestra Señora de la Paz, en la ciudad de Trujillo, estado Trujillo; Nuestra Señora de las Nieves, en Ciudad Bolívar, estado Bolívar o Nuestra Señora de la Caridad, venerada en San Sebastián de los Reyes, estado Aragua.
Una muestra significativa es, sin duda, el caso de la Inmaculada Concepción, advocación de profundo y predilecto fervor en suelo venezolano. Juan Miguel Ganuza (1996:19) explica que “sobre el escudo que en 1591 concediera el rey Felipe II a la ciudad de Caracas por su procurador Simón Bolívar (el viejo), colocó la ciudad, por nueva concesión de Carlos III, en 1776, el lema “Ave María Santísima, sin pecado en el primer instante de su ser natural”. Este es solo un ejemplo, entre otros muchos, que refleja la devoción de Venezuela a María Inmaculada, iniciada en tiempos de la Colonia, pero que aun prosigue como vigorosa tradición.
En el año 1651, el cacique de los indios Coromoto, de las Tribus de los Cospes, en una quebrada, observó a una mujer que sostenía a un niño en sus brazos. La calificó de bellísima y, sorprendió, la escuchó indicar que buscara a los blancos para recibir el agua sobre la cabeza y así poder ir al cielo. Posaba, así sus pies la Virgen de Coromoto sus pies sobre tierras venezolanas.
Comenzaba de esta forma una importante devoción que ya alcanza más de 350 años, siendo proclamada por el episcopado Patrona de Venezuela en sesión del primero de mayo de 1942. Dos años más tarde, en octubre de 1944, el Papa Pío XII la declara a como Celeste y Principal Patrona de Venezuela.
Si repasamos el calendario festivo de Venezuela, podemos apreciar cómo, mes tras mes, es reseñada la veneración a María bajo las más diversas advocaciones. Tan variada y profunda devoción es testimoniada por importantes autores como el Hermano Nectario María, célebre por su magna obra Venezuela Mariana, dada a conocer en 1928; Francisco Izquierdo Martí, quien en 1929 publicó Tradiciones Marianas en Venezuela; Pedro Pablo Barnola, autor de La Santísima Virgen y Venezuela, publicada en 1949. Décadas más tarde, en 1988, Monseñor Rafael María Febres-Cordero aportó un volumen titulado La Virgen en Venezuela.
Hoy 27 en las capillas y parroquias de Venezuela, pero también en el recogimiento del altar doméstico será honrada con auténtica fe y reverencia nuestra Señora de la medalla milagrosa, muchas veces reconocida como la “Virgen Milagrosa”, quien se apareció a Santa Catalina Labouré, en Francia, el 27 de noviembre de 1830. La misma virgen solicitó a la santa mandar a imprimir una medalla indicando las instrucciones de lo que debía aparecer en ambas caras. La jaculatoria “Oh, María sin pecado concebida ruega por nosotros que acudimos a ti” es tan famosa como repetida por los devotos.
Distintos cultos dan cuenta de cómo es admirada y venerada en diversas regiones de Venezuela. Preponderantes devociones marianas de ayer y de hoy como las ya mencionadas y otras como la Divina Pastora, la Virgen del Valle, la Virgen de Chiquinquirá, María Rosa Mística o Nuestra Señora de Fátima, favorecen fomentar valores cristianos cada vez más requeridos en nuestra atribulada sociedad venezolana.
Las devociones marianas fortalecen en la colectividad la identidad cultural, religiosa, familiar y comunitaria al avivar vínculos no sólo espirituales sino también afectivos, sociales e identitarios.
Imploremos hoy 27 a la santísima Virgen bajo su advocación de la Medalla Milagrosa para que fortalezca nuestra fe y esperanza.