Por: Antonio Pérez Esclarín
Unos meses antes de morir, mientras trataba de crear una red de escuelas agropecuarias en el corazón de Barinas, el Padre Vélaz escribió: “Fe y Alegría no se puede casar con la desesperanza. Nuestra vocación es ser hombres y mujeres de activa esperanza, frente a este escenario de pobreza y de miseria. Dios no hizo a estos hermanos nuestros para la miseria. La maldad de los hombres los ha vuelto miserables. Miserable quiere decir: merecedor de compasión. Pues si merecen la compasión de Dios y nuestra compasión de hermanos, a nosotros nos toca hacer dinámica esa compasión”.
Y esto es lo que hace hoy Fe y Alegría con especial entrega. Como lo ha demostrado a lo largo de toda su historia y en los 22 países donde está presente, Fe y Alegría no se amilana ante los problemas sino que se crece ante ellos. Las carencias y dificultades avivan su compromiso y su creatividad. Por ello, hoy trabaja con renovado ahínco para responder a la situación de emergencia educativa, sanitaria y humanitaria que vivimos.
Desde el inicio de la cuarentena social, Fe y Alegría, en consonancia con las directrices del MPPE, se activó para atender a los estudiantes. Las escuelas están cerradas pero el proceso educativo continúa. Como no se podía de modo presencial, optaron por la educación a distancia, diseñaron guías de aprendizaje en formato escrito y de audio y multiplicaron la creatividad para utilizar las diversas tecnologías y llegar al mayor número de estudiantes: redes sociales, contactos telefónicos, carteleras. En lo pedagógico priorizaron los saberes esenciales, la lecto-escritura, los procesos lógico–matemáticos, las medidas sanitarias para prevenir el Covid-19, el apoyo psico-emocional, los valores, la convivencia y ciudadanía. Y han logrado mantener, con las debidas medidas sanitarias, los programas alimentarios en un buen número de centros.
La red de emisoras de Fe y Alegría (IRFA), produce “La Escuela en la Radio”, y “Sin Salón”. Además, ofrecen “Una Palabra Oportuna”, micros radiofónicos y de whatsApp de apoyo actitudinal, psico-emocional y espiritual. Y los micrófonos de Radio Fe y Alegría siguen abiertos a todas las voces para atender las demandas y acompañar a la ciudadanía.
Los educadores han respondido. Ha podido más su vocación y compromiso que las condiciones adversas, pues son numerosos los que carecen de equipos tecnológicos apropiados (teléfonos inteligentes, computadoras, tabletas…), unido a la mala calidad del servicio telefónico y de internet, que pagan de su bolsillo. Su entrega es una expresión de esa Venezuela generosa y valiente, que alimenta la esperanza de que sí saldremos adelante.
Pero como lo expresa el P. Aristorena, Director Nacional de Fe y Alegría, “no podemos cerrar los ojos ante una situación calamitosa, que puede echar por tierra todas las iniciativas y esfuerzos: Las condiciones socio-económicas. El ingreso mensual de un educador es miserable. Su capacidad para adquirir alimentos y bienes necesarios para sobrevivir es reducidísima. No tiene cómo afrontar una enfermedad o un imprevisto. Todo ello genera preocupación, angustia, incertidumbre, decepción y molestia”.
La conclusión es evidente: si queremos tener educación hay que mejorar sustancialmente las condiciones de vida del personal. Es un reto para toda la sociedad porque está en juego la educación. Los educadores están asumiendo su responsabilidad. El país, la sociedad y el Estado tienen que asumir la suya”.
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