Padre Andrés Bravo
San Juan Pablo II nos legó una hermosa encíclica sobre la Eucaristía en su relación con la Iglesia: “Ecclesia de Eucharistia” de la cual me limito a resaltar algunos puntos importantes.
Lo primero es señalar la grandeza de la Eucaristía, citando el Concilio Vaticano II donde dice que es “fuente y cima de toda la vida cristiana”. Lo es en cuanto que en ella descubrimos el amor inmenso de Jesús vivido plenamente en el sacrificio de la Cruz.
Es en la Cruz donde realmente entrega su cuerpo y derrama su sangre para nuestra salvación. Esto indica que la Eucaristía la celebramos en el rito sagrado y la prolongamos en nuestras vidas hasta darla en la caridad por nuestros hermanos. “Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega hasta el extremo, un amor que no conoce medida”.
La Eucaristía edifica la Iglesia: “El Sacramento del pan eucarístico significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que forman un solo Cuerpo en Cristo”. Algo así predica San Agustín: que el pan eucarístico está constituido por los granos de trigo que están dispersos por todas partes, que por la misión de la Iglesia son recogidos, molidos, amasados con agua bautismal hasta unirlos íntimamente entre sí, luego se pasa por el fuego hasta convertir unos granos de trigo dispersos, en un único pan.
Así es la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Cuando el Sacerdote da la comunión dice que es el Cuerpo de Cristo, cuyos miembros son convocados a través de la misión y convertidos por el bautismo y la Eucaristía en un solo Cuerpo de Cristo. Bueno, dice San Agustín, que debemos ser y vivir la Iglesia para que el amén que respondemos sea auténtico. El Cuerpo de Cristo nos compromete a vivir la comunión para ser Iglesia, Cuerpo de Cristo.
El Papa Juan Pablo II lo afirma con claridad: “La Eucaristía crea comunión y educa a la comunión”. Citando a San Agustín: “Si ustedes son el cuerpo y los miembros de Cristo, sobre la mesa del Señor está el misterio que son ustedes mismos y reciben el misterio que son ustedes”.
Si somos Cuerpo de Cristo, nuestras vidas deben transparentar a Cristo presente en el mundo por nosotros. Sería una blasfemia que siendo su Cuerpo, actuemos el mal. Como Cuerpo de Cristo no puedo sino vivir entregando mi vida en el amor hasta la Cruz.
@joseabh
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