La devoción y fe de este sacerdote, que le llevó a entregar su vida al servicio de la Iglesia, también le permitió confiarse al cuidado maternal de María en su enfermedad.
Ha querido la historia que ahora su causa de beatificación y canonización se haya abierto en la Arquidiócesis de Caracas, con grandes posibilidades de llegar a los altares, dada la fama de santo de la que gozó aún en vida. Alfredo Gómez Bolívar recogió para la historia ese memorable momento del encuentro del Padre Gil con san Juan Pablo II en Venezuela.
El cursillo cambió nuestras vidas
Carlos Alex Piñero Rada y su esposa María del Carmen Lustres de Piñero, tienen 17 años de haber experimentado el “cursillo” que marcó sus inicios como católicos comprometidos. Inmediatamente se vinculan al Movimiento de Cursillos de Cristiandad (MCC) que llegó a Venezuela de manos del padre Cesáreo Gil Atrio en el año 1959.
El sábado 24 de septiembre, en la catedral Nuestra Señora de Copacabana, Carlos y Maricarmen se unieron a la celebración regional por los 26 años del “primer cursillo” en la Diócesis de Guarenas. “El de hombres se realizó el 12 de septiembre y el de mujeres el 19 de septiembre de 1996”, es decir 37 años después de realizarse el primero de toda Venezuela.
Ha sido un referente para muchos sacerdotes y el laicado venezolano en su gran mayoría, porque desde su vocación y testimonio de vida cristiana, nos ha enseñado que se puede llegar a ser santo haciendo el bien a muchas personas, dijo Maricarmen.
Informaron que fueron invitados a ser parte –a nivel diocesano- de la causa de beatificación del “Padre Gil” quien perteneció a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos.
“Para nosotros es de mucha alegría que se haya iniciado la causa de beatificación”, agregó acerca del inicio de la causa de beatificación y canonización en su fase diocesana (Caracas), cuyo inicio estuvo a cargo del cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo.
Porras juramenta a miembros del tribunal
En efecto, el 22 de septiembre, en la Villa Mosén Sol de El Marqués, en Caracas, ante el cardenal Baltazar Porras, la doctora Yarit Hurtado de Martín, “legítimamente constituida” en la vice postuladora”, solicitó “la apertura de la fase diocesana en el procedimiento sobre las virtudes heroicas del Siervo de Dios, el padre Cesáreo Gil Átrio”.
Hurtado de Martín entregó al administrador apostólico de Caracas, el “mandato procuratorio” o nombramiento como vice postuladora de la causa emanado de la postulación en Roma, a cargo de la doctora Silvia Mónica Correales, que llevó con éxito los procesos de los beatos Carmen Rendiles Martínez y José Gregorio Hernández.
El cardenal Porras juramentó a la doctora Yarit de Martín, así como a los integrantes del tribunal que investigarán la vida, obra y virtudes del Siervo de Dios.
El juez delegado es el presbítero Gerardino Barraccini, vicario de la santidad en la Arquidiócesis de Caracas, una instancia nacida a raíz de la beatificación del doctor José Gregorio Hernández Cisneros. La responsabilidad como promotor de justicia recayó en el sacerdote salesiano Fabián Padilla; mientras las tareas de notario actuario y notario adjunto las cumplirán Lilianne Alva de Ybarras y Dulce Santamaría, respectivamente.
Rezó rosarios a la Virgen en su lecho de enfermo
La hoja de vida de Cesáreo Gil, cuya lectura hizo el padre Antonio Abeijón, canciller de la Arquidiócesis de Caracas, reveló a un sacerdote lleno de entusiasmo por las múltiples actividades que realizó: su extenso trabajo con el laicado venezolano, la fortaleza de las familias y la creación de los cursillos de cristiandad, sus tres pilares fundamentales.
“Su determinada decisión de hacer la voluntad de Dios y su afán por entender el reino de Dios, lo motivó a emprender múltiples tareas, asumir riesgos, enfrentar retos, vencer dificultades para presentarse a Dios con las manos llenas, porque siempre supo que no estaba destinado a salvarse solo. Solo Dios sabe los dones y talentos que dio al Padre Gil y que él, en su querer y obrar, multiplicó y sumó para su reino”, leyó Abeijón.
“El Padre Gil apegado a la verdad, puso su mayor empeño en dar a conocer y defender contundentemente el pensamiento pontificio y la doctrina del magisterio de la iglesia para que fuese comprendida por los dirigentes cursillistas y el laicado venezolano, formado y comprometido”, dijo el padre Abeijón.
“Su gran obra fue y sigue siendo el haber iniciado, impulsado y dirigido el Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Venezuela, y desde Venezuela, en el mundo”, acotó. Esa inmensa labor apostólica obtuvo la bendición de los cardenales José Humberto Quintero y José Alí Lebrún Moratinos, más la aprobación y estímulo de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Correale: “En concepto de santidad”
De acuerdo con el perfil biográfico, la abnegación del Padre Gil fue evidenciada heroicamente en los últimos años de su vida. “Afectado por varias dolencias, intervenciones quirúrgicas, la enfermedad de Parkinson diagnosticada y medicada en 1992, agudizada en 1995 y viviendo episodios extremadamente difíciles hasta 1997”, refirió Antonio Abeijón.
En el año 1997, alternaba períodos de lucidez y ofuscamiento que los testigos y acompañantes describen como “momentos en On” o en “Off”, sin embargo, ofrecía esta situación “como dádiva de amor y sacrificio a Dios por la santificación de las almas”.
Más adelante cita palabras del propio Gil Atrio:
“Estas horas de oscuridad, de silencio y de absoluta incapacidad hasta para pensar deben servirme para purificar mis pecados y para colaborar con Jesús en la salvación de las almas. Rezo Rosarios a la Virgen porque eso es lo que puedo hacer”.
Con información de Reporte Católico Laico
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